Aunque no se comprendía del todo cuando nos pilló desprevenidos el primer brote conocido de SRAS en 2002 en Guangzhou, RPC, la similitud estructural de su proteína Spike 2 con el VIH-1 se confirmó dos años más tarde, en contra del esquema original de denominación sintomática. En las primeras Preguntas del libro COVID-19, he expresado mis dudas sobre que el virus corresponda mejor al paramixovirus de sentido negativo que al coronavirus de sentido positivo y cadena simple; para lo que valgan los debates académicos, no tengo que argumentar a favor del reconocimiento sobre la naturaleza de enfermedad autoinmune del mal etiquetado COVID-19.Los fenómenos globales requieren explicaciones globales, incluso cuando los análisis de un solo país pueden ofrecer la imagen causal más lúcida. En el segundo volumen de la serie de libros, no pretendo volver a indagar demasiado en los crímenes que se esconden tras las derogaciones institucionales en la sanidad pública, ni en los impactos de la psicología de masas que nos niegan las verdades, pero sí ofrecer algunas soluciones pragmáticas con las intervenciones de los ensayos clínicos.
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