La prevalencia del deterioro cognitivo tras un ictus es elevada en todo el mundo, oscilando entre el 11,6% y el 68,2% en diversos estudios hospitalarios. El déficit de la función cognitiva es una de las secuelas más graves del ictus, que retrasa y a menudo pone en peligro los esfuerzos de rehabilitación. El deterioro cognitivo posterior al ictus (DCP) se asocia a un deterioro de las actividades de la vida diaria, que puede conducir a un mayor uso de los servicios sanitarios, a una disminución de la capacidad para llevar una vida independiente y a una disminución del rendimiento funcional. Muchos factores contribuyen al deterioro cognitivo Es preferible que los profesionales sanitarios y los cuidadores centren su atención en los ancianos, los pacientes hipertensos con ictus agudo y lesión del hemisferio dominante que ingresan posteriormente en el hospital y los supervivientes de ictus sin formación. Según las conclusiones de este estudio, eran más propensos a desarrollar.
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