Las infecciones del tracto urinario (ITU) son la segunda infección más común en la práctica comunitaria. En todo el mundo, cada año se diagnostican ITU a unos 150 millones de personas, lo que supone un coste para la economía mundial de más de 6000 millones de dólares estadounidenses (Zakaria, 2005). Es una dolencia grave en los seres humanos debido a su frecuencia, recurrencia y dificultad de erradicación. La infección urinaria es más común en mujeres que en hombres, debido a razones anatómicas y fisiológicas (Stephan, 2003). Debido a su posición, el tracto urinario es más vulnerable a la infección bacteriana causada tanto por la flora interna como por la externa. Entre los grupos de riesgo de infección urinaria se incluyen los bebés, las mujeres embarazadas y los ancianos, así como aquellos con catéteres permanentes, diabetes y anomalías urológicas subyacentes (Foxman y Brown, 2003). La infección del tracto urinario (ITU) suele producirse cuando las bacterias entran por la abertura de la uretra y se multiplican en el tracto urinario. Se estima que entre el 20 y el 30 % de las mujeres adultas experimentan una ITU al menos una vez en la vida. Sin embargo, su impacto y frecuencia varían en las diferentes poblaciones (Nakhjavani et al., 2006).
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