Durante los seis primeros años de vida de un niño, se concentra un gran desarrollo a todos los niveles y se sientan las bases para cualquier aprendizaje futuro. Gran parte de las desviaciones que puedan surgir tendrán su origen en carencias o deficiencias surgidas en Educación Infantil. La Neurociencia cognitiva nos facilita información sobre la forma en la que el cerebro aprende lo que nos ofrece a los docentes la ventaja de poder modificar la metodología y optimizar el aprendizaje de nuestros alumnos, así como detectar fácilmente y de forma temprana cualquier dificultad que pueda interferir en el mismo. La prevención de las dificultades específicas de aprendizaje será, por tanto, mucho más efectiva si se trabaja desde la perspectiva de la neurociencia, consiguiendo aprendizajes significativos y previniendo o detectando tempranamente cualquier déficit. Por todo esto, si los maestros nos formamos en Neurociencia para desempeñar nuestra profesión, nos convertiremos en agentes activos de la innovación docente y participaremos de la transformación del sistema educativo tal y como lo conocemos hasta hoy.