Si consultamos el gran grueso de la investigación sobre la comunicación humana, llegamos rápidamente a la conclusión de que se ha centrado en el aspecto serio de la comunicación. Lamentablemente, la comunicación no seria ha recibido poca consideración, a pesar del evidente papel significativo que desempeña en nuestra vida cotidiana. Que la comunicación humorística es crucial para la formulación de una teoría general del comportamiento humano lo resume acertadamente Apte (1988), quien considera que el humor es significativo en nuestra comprensión global del entorno, tanto sociocultural como natural, y de nosotros mismos como parte de él. Sin embargo, la comunicación no seria nunca ha sido reconocida como un campo de investigación independiente. Por el contrario, a menudo ha servido de escenario para la aplicación de cuestiones teóricas avanzadas en disciplinas vecinas, especialmente la sociología, la psicología y la lingüística (Raskin 1985). El humor, como campo de investigación interdisciplinar, se enfrenta al problema del reconocimiento, la visibilidad y la respetabilidad académica.
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