Las empresas agropecuarias de nuestro país viven una situación particular impulsadas por el auge de la agricultura, generada por el aumento de los precios de los granos y el incremento del área sembrada con soja; provocando una mejora en la rentabilidad de subsector agrícola. Al mismo tiempo el pecuario sufre un desplazamiento hacia las zonas marginales de la actividad, en el intento de destinar los mejores suelos a la actividad agrícola. La competencia por el uso de la tierra se advierte en la invernada bovina, ya que la actividad de cría ocupó frecuentemente las zonas áridas y semiáridas del país. Por otra parte no podemos desconocer los inconvenientes que el nomocultivo puede provocar en el largo plazo, sea por la soja-dependencia o por el mantenimiento sustentable de los sistemas productivos. Muchos productores ganaderos advierten sobre la baja rentabilidad de su actvidad con la hacienda bovina, donde además de las dificultades cíclicas del subsector, no son formadores de precios de los productos que venden, ni pueden influir sobre los valores de los insumos que integran sus costos. Además,los consumidores buscan proteínas alternativas por el aumento de los precios en góndola.