Según previsiones de la Comisión Europea, la Unión Europea debería de modificar su actual sistema energético para dar respuesta al aumento de la dependencia energética exterior. Para ello, la Unión Europea está haciendo un gran esfuerzo en promover el uso de nuevos vectores energéticos, como el hidrógeno, y fuentes de energía renovables, como la biomasa, siendo ésta última la más empleada para producir biocombustibles líquidos, como el biodiesel. El biodiesel se produce mediante la transesterificación de metil-ésteres de ácidos grasos extraídos de la biomasa. En este proceso, además, se produce glicerina, como subproducto, que es gestionada como un residuo industrial. Para dar salida a este residuo, la tendencia es emplear directamente la glicerina como materia prima para obtener productos de alto valor añadido, como el arriba citado hidrógeno. El reformado catalítico con agua es el proceso más investigado para llevar a cabo la conversión de glicerina en hidrógeno, en el cuál se emplean catalizadores de Ni y Pt. No obstante, estos sistemas pueden desactivarse y promover reacciones secundarias no deseadas debido al soporte, de ahí que se desarrollen soportes modificados.