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A estas alturas no quedan atalayas que defender, salvo las propias, y las vanguardias son reliquias del pasado. Ser punta de lanza significa dar la cara, ir el primero hacia la gloria o hacia el abismo, que a veces visten igual; ser el abanderado cuyo trapo será recogido, en caso de caer, por el siguiente en la fila; el rompehielos, no el que marca tendencia, pero sí el que abre el camino; el que empezará a contar la historia, y las historias son eso, palabras que cobran forma antes de dormir, pedacitos de la vida de cualquiera y a veces valen solo para entretener y otras para sobrevivir. Cada…mehr

Produktbeschreibung
A estas alturas no quedan atalayas que defender, salvo las propias, y las vanguardias son reliquias del pasado. Ser punta de lanza significa dar la cara, ir el primero hacia la gloria o hacia el abismo, que a veces visten igual; ser el abanderado cuyo trapo será recogido, en caso de caer, por el siguiente en la fila; el rompehielos, no el que marca tendencia, pero sí el que abre el camino; el que empezará a contar la historia, y las historias son eso, palabras que cobran forma antes de dormir, pedacitos de la vida de cualquiera y a veces valen solo para entretener y otras para sobrevivir. Cada uno decide cómo dar forma a su barro y el valor de su torno.
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Autorenporträt
Cumplidas ya las bodas de oro consigo mismo, con las alforjas medio llenas o medio vacías, según se levante ese día, Jorge A. Freire ejerce de trovador crepuscular por las calles de su alma y se pierde en sus caminos, y se gana en sus esquinas y entre tanta certidumbre no acaba de encontrarse, y ni falta que le hace. Publicó en año de pandemia sus dos únicas obras reconocidas: Cuarentena atenuada (Editorial ExLibric) y Movies & Flowers (Entrelíneas Editores). Con esta obra sube o baja, según se mire, el tercer escalón antes de atreverse a pasar su Rubicón particular y arrostrar las consecuencias, y es que la poesía necesita de actos intrascendentes para que la tengan en cuenta.