El éxito literario/científico implica un doble nuevo nacimiento: el literato, si quiere serlo, deberá nacer de nuevo espiritual y científicamente para no chocar con las teorías u obras científicas que proceden de la carne, la sangre, el intelecto y la voluntad del hombre y que no pueden aportar nada al mundo, salvo etnocentrismo o egoísmo. Deberá nacer del Espíritu para poder controlar fácilmente la calidad de los conocimientos producidos en los campos literario y científico. Deberá, mediante el Espíritu -y no mediante el intelecto ¿- transformar el mundo en aras de la justicia y del bien común. Además, ¿cómo transformar el mundo sin haber triunfado sobre este mundo? Sin embargo, sólo el Espíritu Santo nos permite triunfar sobre el mundo y nos capacita para su transformación: en adelante estaremos espiritualmente informados sobre los problemas literarios, científicos y sociales, sus identidades espirituales y científicas y los tipos de soluciones que podemos aportarles a través de la literatura.
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