La crisis de valores actual sólo puede ser corregida con un mayor conocimiento de la consistencia de los valores. No basta con ese conocimiento sino que es imprescindible su práctica, que sirva de modelo para las siguientes generaciones. En esa tarea la educación familiar y académica tiene es fundamental, pero precisa el apoyo de la sociedad a través de la convivencia y la crítica oportuna. En esta investigación el autor pretende mostrar la amplitud que el concepto de valores puede alcanzar y la necesidad de que todos ellos se apoyen apuntando al valor fundamental a partir del cual se justifican. Esto requiere la comprensión clara de su jerarquía y la posibilidad de que puedan librarse de un relativismo de carácter subjetivo. Situación que se repite en la sociedad actual, lo que lleva a hacer de los valores una cuestión absolutamente individual.