LUIS: Por vida vuestra... MARGARITA: Es en vano. LUIS: Sólo un rato. MARGARITA: Ni un instante. LUIS: Trato tengo cortesano. MARGARITA: Sois español y estudiante, iréisos del pie a la mano; idos, o haré que os vais. ¡Hola! Da voces La quinta ha quedado sola. LUIS: Noble soy, perded el miedo. MARGARITA: Siendo mujer ¿cómo puedo, si la licencia española conozco y su inclinación? LUIS: Pues ¿qué tiene? MARGARITA: Es tan extraña, que, según nuestra opinión, nunca echó de ver España si era calva la Ocasión. LUIS: Cortedad es el perdella cuando nunca usaron de ella manchando vuestro valor. MARGARITA: Luego echáis la culpa a Amor y decís que os atropella; basta lo que habéis hablado y que con miedo os he oído. LUIS: ¿Palabras miedo os han dado? MARGARITA: Siempre las de España han sido obras, según me han contado, y no son recelos vanos, porque acá los italiános dicen, aunque no de miedo, que tenéis los de Toledo hasta en las palabras manos. LUIS: Allá el decir es hacer; pero aunque este nombre cobran, nunca saben ofender. MARGARITA: Con palabras que tanto obran mal parece una mujer, y por esto no os consiento que me habléis. LUIS: ¿Qué detrimento corréis si palabras son viento vano? MARGARITA: Hay opinión que en España engendra el viento. LUIS: Es verdad. Andalucía, de Marte y Minerva madre, caballos veloces cría que al viento tienen por padre. MARGARITA: Luego la sospecha mía no es mucho llegue a temer que aquí me habléis, pues con ser palabras viento en el mundo, si el de España es tan fecundo riesgo corre una mujer.
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