El status ontológico de las organizaciones ha sido ampliamente debatido en círculos filosóficos y sociales, pero aun no se ha encontrado una alineación práctica entre requerimientos colectivos e intereses individuales. Históricamente, bajo formas de dominación amparadas en la utilidad y el poder, los distintos modelos organizacionales han supeditado el desarrollo individual al bienestar colectivo, conduciendo a los sujetos al gradual desmoronamiento de sus valores fundamentales. Sobre la base de estos cuestionamientos se exploró la estructura moral que rige en las organizaciones, para fundamentar el modo de alcanzar la confluencia de principios mínimos de convivencia basados en la racionalidad y el respeto. La investigación reveló que en el marco de pensamiento postmoderno, los fundamentos éticos de las decisiones sólo encuentran sustento en el respeto a la diversidad moral y en la legitimación de múltiples realidades convergentes en un mismo espacio social, requiriéndose un urgente proceso de socialización de todos los actores morales en función de las capacidades de relacionamientos que se exhiban.