Tras la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1991, la identidad popular soviética prevaleciente fue abiertamente cuestionada. La crisis de la identidad soviética comenzó a partir de 1985, con la introducción de la política de "liberalización" de Gorbachov, que condujo a la búsqueda de una "nueva" identidad alternativa con la que pudieran relacionarse. En una atmósfera tan fluida de vacío de identidad, las creencias religiosas y étnicas cobraron importancia, ya que debido a la pérdida de fe en el sistema y la identidad soviéticos, la gente empezó a mirar hacia atrás a su etnocultura e identidad religiosa originales para reafirmarse. En la actualidad, el principal reto al que se enfrenta la sociedad rusa es proporcionar libertad de religión por un lado y proteger a la sociedad del extremismo por otro. El aumento de la religiosidad ha contribuido indudablemente de manera positiva en el país, aunque la dependencia exclusiva de la religión en la formación de la identidad nacional de Rusia está amenazando la estabilidad del país a menos que los legisladores logren un equilibrio viable en la identificación y el tratamiento de los problemas reales. Así pues, esta investigación abarca las diversas dimensiones de la identidad etnoreligiosa en la construcción de la Rusia.
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