Los defectos craneofaciales suelen provocar déficits estéticos y funcionales que afectan a la psique y el bienestar del paciente. Los implantes específicos para cada paciente siguen siendo la solución óptima, pero su uso es limitado o poco práctico debido a su elevado coste. La reconstrucción de estos defectos es un reto para el cirujano. Requiere la reconstrucción de las estructuras óseas y de la envoltura de los tejidos blandos en una región dinámica del cuerpo con la restauración de las funciones. Los procedimientos han evolucionado desde el primer uso de injertos óseos autólogos, pasando por el uso de colgajos locales y regionales, hasta llegar a la era de la transferencia de tejido libre.El requisito de altos recursos para la técnica avanzada y las altas tasas de fracaso en manos de buenos cirujanos han creado una resistencia a la hora de emplear dichos procedimientos de forma inmediata en la práctica. También sigue siendo un reto restaurar las funciones completas tras una resección radical. La sustitución de restos similares da los mejores resultados, aunque no es posible en algunos escenarios clínicos. No obstante, se observan enormes mejoras en el campo de la ingeniería de tejidos, la impresión 3D y las cirugías virtuales y de navegación.
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