La realidad de la felicidad y del sufrimiento no depende de causas externas, es inherente a la naturaleza de los estados mentales. Es por esta razón que la reeducación de la mente permite disminuir los momentos de dolor y sufrimiento y reemplazarlos por felicidad y ecuanimidad. Para hacer esto posible es necesario seguir una rutina de autodisciplina, y para poder aplicar la misma es necesario poseer la comprensión correcta acerca de la naturaleza del Yo y de la mente.Existen actos egoístas y actos inegoístas de compasión pura. Los primeros siempre van asociados a las distintas variaciones del sufrimiento, mientras que los segundos nos permiten alegría y la expansión de la mente hacia todo el universo. Todo estado de felicidad depende de una interacción entre los unos y los otros, junto con el ambiente que nos rodea. La compasión permite que veamos bondad en todos los seres y que éstos se sientan favorecidos y bendecidos por nuestros actos hacia ellos.De forma que para vivir felices la condición clave es que practiquemos amor desinteresado hacia los otros que nos rodean. Esto asimismo, nos libera de los pensamientos contaminados por el egoísmo, los celos, el odio y la ira.