Muchos en Occidente parecen creer que el periodo posterior a la Guerra Fría marcó un cambio en la forma en que las grandes potencias interactúan entre sí. Hemos entrado en un mundo en el que los principios, más que las consideraciones de poder, parecen guiar los intereses nacionales de Estados Unidos. El periodo posterior a la Guerra Fría ha visto cómo Estados Unidos se convertía en el país más poderoso del mundo. También ha sido testigo del inmenso ascenso de China hasta convertirse en una gran potencia. Estados Unidos y China no pueden describirse como verdaderos aliados ni como verdaderos enemigos. A lo largo de los años, la relación entre Estados Unidos y China ha sido generalmente estable y tranquila, con algunos periodos de tensión, pero sin que aparecieran conflictos graves con consecuencias de largo alcance. Sin embargo, la relación actual entre Estados Unidos y China es compleja y multifacética. En 2011, Barack Obama introdujo un pivote de la política exterior estadounidense hacia la región de Asia-Pacífico. Este cambio de política tendrá consecuencias en la relación entre Estados Unidos y China. Basándose en un enfoque neorrealista ofensivo, este libro analizará el pivote de EE.UU. hacia la región de Asia-Pacífico, argumentando que a pesar de la retórica liberal de una política de reequilibrio, sus acciones están impulsadas por el pensamiento de la Guerra Fría de maximización del poder.
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