Durante las últimas dos décadas, Uganda ha implementado una serie de reformas del sector público; permitiendo que el país registre uno de los cambios económicos más impresionantes del África subsahariana. La toma de poder del general Idi Amin había provocado un período de inestabilidad e inseguridad políticas, que llevó a la economía a un período de decadencia prolongada. La mejora del conflicto impulsó un rápido crecimiento económico, que ahora se ha mantenido durante unos 20 años (Selassie, 2008). El impulso del crecimiento se ha mantenido fuerte, con un crecimiento económico real en promedio cercano al 8 por ciento durante los últimos 5 años. Muchos analistas han atribuido a menudo esta mejora y desempeño a la calidad de la gestión macroeconómica con mejoras relativas en los sistemas de gestión de las finanzas públicas. Sin embargo, estas reformas aún no han producido cambios significativos en la transformación estructural de la economía. En comparación con otras economías que han experimentado episodios tan prolongados de crecimiento sostenido, la economía de Uganda sigue dependiendo más de la agricultura de subsistencia; mientras que la reducción de la pobreza sigue siendo un desafío.
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