En la entrada del nuevo siglo, la familia y el trabajo pierden su naturaleza institucional y tangible para convertirse en sistemas efímeros negociados que permiten expresar y vehicular los deseos entre dos o más personas. Ambos sistemas se encuentran hoy más mezclados que nunca y, gracias a las nuevas tecnologías, sus fronteras quedan cada vez más difuminadas. Las sociedades e instituciones que se cieguen ante la evidente transformación de estos ámbitos quedarán fueran de los discursos societales actuales. Sólo encontrarán audiencia para sus contenidos e ideologías en la medida en que sean flexibles y tolerantes en sus formulaciones. Para ello, es preciso conocer la naturaleza de las relaciones trabajo-familia y sus múltiples manifestaciones para dar respuestas de conciliación adecuadas, sin imponer patrones familiares y/o laborales inequívocos u homogéneos, dando cabida a otras formas respetuosas de crear, trabajar y contribuir en el avance de las sociedades.