Históricamente la presencia en un individuo de una discapacidad física o sensorial resulta sinónimo de enfermedad, y deficiencia. Ella predestina su incapacidad para cumplir los requisitos que impone la sociedad, y se expresa generalmente en marginación, segregación, desigualdad e intolerancia, lo cual daña las relaciones que se establecen entre estas personas y los diferentes entornos comunitarios. En Cuba, pese a la amplia cobertura que existe para la atención a la discapacidad, el trato que se ofrece a estas personas en los servicios de rehabilitación está íntimamente relacionado con el contenido de las representaciones sociales de la discapacidad, de ahí la importancia del estudio de las mismas en los prestadores de servicios de rehabilitación. El conocimiento de la estructura y dinámica de las representaciones sociales ofrece evidencia para el abordaje científico de intervenciones institucionales y comunitarias dirigidas a la modificación de las subjetivaciones que dichas representaciones propician.