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A pesar que ha pasado un largo tiempo; las nubes, que aún hoy, interceptan los rayos de la luna que; como una Reina que preside al firmamento y está sentada en el trono del espacio; los deja pasar, guiados por sus propios caprichos hacia la majestuosidad de la tierra; haciendo que del cielo, llegue a posarse sobre ella, la bella Blanca; el espectáculo más sublime del lugar. Pero, para quienes decidieron que no debían partir; y que se convirtieron en habitantes de las tierras donde habita la bella Blanca; quizá desde el momento de su origen; la belleza de su cimiente, siempre los ha acompañado.…mehr

Produktbeschreibung
A pesar que ha pasado un largo tiempo; las nubes, que aún hoy, interceptan los rayos de la luna que; como una Reina que preside al firmamento y está sentada en el trono del espacio; los deja pasar, guiados por sus propios caprichos hacia la majestuosidad de la tierra; haciendo que del cielo, llegue a posarse sobre ella, la bella Blanca; el espectáculo más sublime del lugar. Pero, para quienes decidieron que no debían partir; y que se convirtieron en habitantes de las tierras donde habita la bella Blanca; quizá desde el momento de su origen; la belleza de su cimiente, siempre los ha acompañado. Tal vez no quisieron conservar los recuerdos de momentos fugaces en compañía de su Reina; sino que comenzaron a celebrar su existencia de una forma particular; declarándole su amor y profundo respeto mediante una declaración; que más que arte, es el folclore, el gozo y la tradición que logró impregnar sus corazones. Aquellos que poco a poco se fueron convirtiendo en habitantes de su tierra; han logrado perfeccionar los ritos que, con el fin de rendir culto a quienes vieron su origen; los han efectuado como ceremonias sagradas. Dentro de éstas, el culto religioso de los habitantes; tan ciegamente observados y cuidados por la bella Blanca; es tan necesario para su conservación que; desde esa época son trasmitidas las costumbres y rutinas extendidas por ellos; ocasionando forzosamente en los visitantes, un alto en el camino, para dirigirse a Blanca; todo en aras de la búsqueda de momentos de gran felicidad. Ya desde su niñez, y más aún desde su juventud; Blanca empezaría a atraer la atención de todo aquel que caminara cerca de ella; al exhibir un rostro de gran esplendor, dulzura y tranquilidad; otorgando gran importancia a la imponencia de los valles, montañas y ríos de aquella vista; éstos últimos, originados por las tiernas gotas de lluvia de las nubes grises del horizonte que; cuando no estaban presentes, eran eclipsadas por el sol radiante y el cielo azul. Es así como la bella Blanca ha estado, desde el día en que fue concebida; presente en la mente de los transeúntes y visitantes que, desde entonces, han sabido apreciar todo lo que la belleza de la naturaleza significa. A continuación, mis investigaciones sobre ella en este tomo II.