MARÍA Despacio las leí y aún no concibo lo que dicen las líneas de esta carta. Unas veces paréceme que sueño, otras las miro como horrible trama, sin que pueda el turbado pensamiento descubrir su intención ni adivinarla; y luego,... ¿por qué medio, de qué modo puedo llegar hasta mi propia estancia? (Leyendo.) «Los barones de Orsini y de Colonna »y otros nobles de estirpe menos clara, »con vuestro esposo Rienzi reunidos, »La paz ajustarán en vuestra casa; »del juramento que en solemne fiesta »al gran Tribuno prestarán mañana, »se ha de tratar en este conciliábulo; »pero si en él las bases se preparan, »mientras solemnemente no se juren, »la cabeza de Rienzi amenazada »ha de vivir; tan sólo una persona »con firme voluntad puede salvarla, »porque acaso el citado juramento »no se llegue a prestar si alguno falta; »para que esto se evite es necesario »consintáis recibir en vuestra estancia,»para que esto se evite es necesario »consintáis recibir en vuestra estancia, »en esta misma noche, estando sola »y al terminar el toque de las ánimas, »a quien puede deciros claramente »el modo de alejar desdicha tanta; »a más, grandes secretos de familia »podréis saber, y acaso vuestra raza »a Rienzi logre darle una corona »cual su ambición jamás pudo soñarla; »pensadlo bien, mañana tarde fuera. »Si aceptáis, colocad en la ventana »una luz y después esperad sola »la salvación de Rienzi o su desgracia; »aquesto dice quien blasones tiene; »no lo olvidéis, puesto que sois romana.» (Dejando de leer.-Empieza a anochecer.) Sin firma y con la fecha de hoy. ¡Dios mío, qué otra nueva tormenta se prepara!
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