Los rituales proporcionan un relato en sus órdenes ceremoniales, cuya lectura dice mucho sobre una sociedad, su herencia cultural, lo que valora y lo que cree. Émile Durkheim (1965) sostenía que, dado que todos los seres humanos son criaturas de la sociedad y dependen de ella, las creencias religiosas deben interpretarse, por tanto, como "representaciones colectivas" que expresan esta relación de dependencia entre el individuo y la colectividad. Cuando adoramos a los dioses o a otros símbolos sagrados, en realidad estamos adorando a nuestra colectividad social, nos demos cuenta de ello o no. La teoría de Durkheim supuso una importante innovación porque consideró que la religiosidad era un atributo de la experiencia colectiva y no un producto de la especulación intelectual individual o de la realización de deseos. Mientras los seres humanos siguieran siendo criaturas sociales, necesitarían creencias y representaciones religiosas, pero el carácter de estas creencias y representaciones cambiaría radicalmente bajo la influencia de la ciencia.
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