En este libro, examino cómo el Tribunal Supremo de Kenia dejó de ser un ser humano para convertirse en un robot judicial programado en el famoso caso del Hijab. Este libro señala que, aunque Kenia promulgó una constitución transformadora en 2010, 9 años después, sus frutos no han sido disfrutados por cortesía del poder judicial, que está habitado por una cultura formalista. Este libro utiliza el caso de Mohammed Fugicha V Attorney tal y como fue decidido por el Tribunal Supremo para mostrar hasta qué punto la cultura legal formalista ha habitado en el poder judicial. Al hacerlo, este libro expondrá los siguientes subargumentos: que los tribunales deben esforzarse por hacer justicia sustancial y no caer presa de los tecnicismos. En segundo lugar, que la moral constitucional debe prevalecer siempre sobre la moral social. En general, es necesario que nuestros tribunales establezcan una jurisprudencia que respete los derechos humanos. El libro también celebrará la opinión disidente del juez Ojwang por su disposición a utilizar la ley para proteger a las minorías.
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