Todas las mañanas antes de salir a cumplir con sus labores va y la besa en la frente, con mucho cuidado para no despertarla, y por las tardes al regresar al palacio va por todas las habitaciones y mira atreves de las ventanas hasta encontrar a la pequeña. Luego juegan a las escondidas igual que hacía con su madre Lunhabella, sus hermanos los Rayitos de Sol, la cuidaban y le enseñaban trucos con fosforecía, como la proyección de las sombras, o la intensidad de la luz y los grados de claridad. La dulce Princesa se entretenía jugando en los salones del gran palacio.
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