Convertida ya en metrópoli, Salvador, la primera capital de Brasil, se desarrolló a pasos agigantados. El voraz desarrollo de la ciudad se debió a una serie de acontecimientos históricos, que la hicieron prosperar económicamente durante varios años. La enorme expansión urbana que continúa hasta hoy ha aumentado la degradación y fragmentación de los recursos naturales. La capital de Bahía se enfrenta en la actualidad a importantes retos socioambientales como resultado de un progreso desorganizado a lo largo de los años. En Salvador, como en la mayoría de las capitales brasileñas, el equilibrio entre el desarrollo de la ciudad y la conservación de la naturaleza es insipiente y se desajusta continuamente, devastando, por ejemplo, las zonas verdes y los ríos. Los ríos merecen especial atención porque son la fuente del recurso más indispensable para mantener la vida: el agua. Los ríos de Río de Janeiro están sintiendo los intensos impactos de la presión urbana, incluido el mayor río de la capital, el Río Camarajipe, que espera el apoyo de su gente. Para mostrar los beneficios de la revitalización de los ríos, este documento toma el Camarajipe como ejemplo y propone intervenciones con énfasis en el saneamiento sostenible.
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