Rusia sigue siendo objeto de sanciones como consecuencia de la incorporación de Crimea a Rusia en 2014. Occidente cree que es necesario seguir una política de "disuasión de Rusia" y las sanciones desempeñan un papel importante en ello. Altos funcionarios rusos aseguran que las sanciones no perjudican significativamente a la economía nacional, sino que promueven su desarrollo. En todo esto se pueden ver los intereses geopolíticos de los países jugadores, que así se perjudican mutuamente: los EE.UU. están a la cabeza de Occidente contra Rusia, o por el contrario, entran en relaciones aliadas: China está cooperando muy estrechamente con Rusia. Por ejemplo, los EE.UU. siguen oponiéndose a la construcción del gasoducto Nord Stream-2. Todos los nuevos proyectos, en los que los sub-sancionadores rusos poseen el 33% o más, caen bajo las restricciones. El abanico de empresas rusas que podrían ser objeto de sanciones se amplió en 2017.
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