San Agustín fue un descomunal enclave geopolítico de los emigrantes Amazónicos, que en su trasegar por estas tierras, dejaron imborrables y misteriosas huellas de su quehacer ceremonial y fúnebre. En medio de la excepcional belleza del paisaje natural en el que estratégicamente se ubicaron estos hombres, resalta su nurtura (cultura lítica) como sublime testimonio espiritual y mental, que despierta sentimientos de admiración y respeto en quienes tuvimos el privilegio de conocerlo In Situ. Es nuestro deber como guerreros del conocimiento, defender, conservar y retomar la senda del Colibrí y, mediante el cultivo de la inter-culturalidad, construir los nichos que nos permita rebasar los límites terrestres. Este patrimonio mítico-poético ancestral, está al alcance de todos los colombianos y del mundo entero; aprovechémoslo e integrémoslo a nuestra bitácora de vuelo por los senderos de la inmensidad incognoscible.