En 1903, la Iglesia se encontraba en una situación crítica. Muchos países se mostraban hostiles al catolicismo y otros pretendían entrometerse en asuntos eclesiales. En el interior de la Iglesia, los problemas no eran menores. En esa situación, los cardenales eligieron un papa excepcional. Giuseppe Sarto era Patriarca de Venecia, pero venía de una familia humilde y sabía perfectamente lo que era la penuria y el depender de la caridad de otros. San Pío X no sólo fue el primer papa santo en tres siglos, sino también el papa que sofocó el modernismo, ese "resumen de todas las herejías", el renovador de la formación sacerdotal, el reformador de la curia, el defensor de la música auténticamente religiosa, el que abrió la comunión a los niños, el papa de los milagros (que él atribuía siempre al poder de las Llaves y no a su persona) y el papa que murió lleno de dolor por el inicio de la Primera Guerra Mundial. En el centenario de su muerte, esta amena biografía nos acerca a la figura de un papa excepcional.
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