La seguridad en los sistemas operativos es primordial para proteger los datos, garantizar la privacidad y mantener la integridad del sistema. Los sistemas operativos emplean varios mecanismos clave para lograr estos objetivos. Los mecanismos de control de acceso, como la autenticación y autorización de usuarios, restringen el acceso a los recursos en función de los privilegios del usuario. Las técnicas de cifrado garantizan la confidencialidad de los datos durante su almacenamiento y transmisión. Los procesos de arranque seguro y el sandboxing aíslan y protegen los componentes del sistema y las aplicaciones de accesos no autorizados o software malicioso. Las actualizaciones y parches de seguridad periódicos mitigan las vulnerabilidades, mientras que los sistemas de detección de intrusos vigilan los intentos de acceso no autorizado o las actividades sospechosas. Además, los registros de auditoría proporcionan un rastro de los eventos del sistema para el análisis forense. Al integrar estas medidas de seguridad, los sistemas operativos pueden protegerse eficazmente contra una amplia gama de amenazas, garantizando un entorno informático seguro tanto para los usuarios como para las organizaciones.
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