Desde que Caín aporreaba la cabeza de Abel con una quijada de burra, clericales y anticlericales se han peleado a rabiar, practicando ¿a su manera¿ aquello de ¿amarse los unos a los otros¿. La historia del anticlericalismo y de la imagen satírica resultan prácticamente inseparables. La crítica a la jerarquía eclesiástica y a las contradicciones entre el elevado deber espiritual y el bajo comportamiento terrenal de los hombres de la Iglesia se ha dibujado en libros y periódicos desde la creación de la imprenta. Esta antología de dibujos satíricos anticlericales pretende establecer un diálogo icónico en un terreno en el que desde hace dos mil años se practica un monólogo más bien serio y aburrido. No me digan que lo de la religión sería mucho más divertido con los curas y monjas subidos al coro cantando ¿¡Libertad, libertad, libertad!¿
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