La relación entre enfermedades laborales de las mujeres, originadas en gran medida por la división del trabajo, y la doble jornada de trabajo femenino continúa vigente, después de más de 40 años de lucha organizada por cambiar las condiciones de vida de más de la mitad de la población. Actualmente las mujeres continuamos asumiendo la carga del trabajo remunerado sumado al trabajo doméstico, como una obligación de género y aun frente a obvios daños de la salud. Esta investigación permite comprobar que el peso del "deber ser femenino" -adquirido con la construcción social del género- puede anular cualquier valoración de la gran cantidad y diversidad de tareas que las mujeres llevan a cabo al interior del hogar, independientemente de sus condiciones de salud-enfermedad y que, dada su intimidad, se convierten en algo meramente personal e invisible.