Todos tenemos soledades, carencias en el alma que nos duelen cuando nos son impuestas. Aprender a convivir con ellas es difícil porque el dolor siempre es difícil. Después, cuando el tiempo te dice que no hay otra salida, el desamor que tanto nos dolió, se queda con nosotros, como un vecino amable que hace compañía, y entonces las soledades no duelen, solo las recordamos.
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