No comprender para poder escuchar, no taponar la castración, no aportar sentido. Estas son algunas de las indicaciones que se le entregan al analista para orientar su clínica. Pero que su posición esté guiada por un no entender nada, que ésta sea su ética, no lo exime en absoluto de dar cuenta de su acto. Por ello debemos caminar hacia el matema, ya que solo allí, articularemos la verdad a lo imposible, a ese plano inconsciente que nos determina. Caminar de espaldas a ese Real que la clínica nos ofrece, es escapar a ese surco que Lacan nos trazó, arrastrando toda la retórica de su época hacia la ciencia. Hacia una gramática inédita para el Psicoanálisis, en contra de esa autoritaria pretensión biologisista de una humanidad liberada de lo que Freud llamó pulsión de muerte. Por ello volvemos a Lacan. Su legado será el tema de esta tesis, recapitulando desde lo más básico hacia lo más complejo, hasta llegar al esclarecimiento de ese cuarto anudamiento en el que su obra se detuvo. Periplo que nos llevará a descubrir nuevos objetos y discursos, pero anclados en una rigurosa Topología, a fin de no perder el rumbo de esa verdad matemática que el mismo Lacan siempre nos legó.