Desde el principio, el Congo estaba destinado a practicar el libre comercio. De hecho, aunque nunca se cerró al comercio exterior, se transformó rápidamente en una economía de acopio en régimen de monopolio (1885-1908), organizada en torno a los productos del comercio de esclavos (caucho, marfil, etc.), antes de "progresar" posteriormente hacia una economía de explotación propiamente dicha (1908-1960), basada en la industria minera (cobre, diamantes, cobalto, uranio, etc.) y la agricultura de exportación (algodón, semillas oleaginosas, etc.). El enredo entre el Estado y el capital fue, durante estos dos períodos, un rasgo característico de la economía congoleña. El objetivo final de esta consulta era dividir el Congo en zonas económicas reservadas y asegurar la preponderancia del capital belga.
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