Una sala de vanguardia, con propuestas alternativas y teñida de una persistente actitud de resistencia, fueron los principales elementos para que a fines de los años 70 (y comienzo de los 80), en épocas de miedo, censura y represión en Argentina, el Teatro del Picadero se convirtiera en la cuna del ciclo Teatro Abierto, como así también de tantos otros espectáculos que reflejaron la oposición cultural a la etapa político social más oscura que atravesó el país. Actualmente, y luego de diversas vicisitudes y negligencias, forma parte del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires.