La posibilidad de establecer un canal directo de comunicación y control entre el cerebro humano y ordenadores o robots fue tema de especulación científica durante muchos años. La investigación en este campo ha experimentado un crecimiento explosivo en los últimos años utilizando diversas señales cerebrales, características de las señales y algoritmos traslacionales. El funcionamiento satisfactorio del sistema depende de la interacción de dos controladores adaptables: el usuario, que crea señales cerebrales específicas que codifican la intención, y la BCI, que traduce estas señales en una salida que cumple la intención del usuario. La BCI puede permitir a una persona con parálisis escribir un libro o controlar una silla de ruedas motorizada o una prótesis sólo con el pensamiento. Pero aún nos queda mucho por hacer y la tecnología tiene notables posibilidades y, en los próximos años, los científicos que trabajan en este campo creen firmemente que conseguirán un gran éxito para ayudar a la sociedad a través de nuevos desarrollos de técnicas e instrumentación.
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