Si se escribió así es porque no hay otra forma de narrar la desaparición de miles de personas. Durante las horas que transcurrieron entre el miércoles quince al jueves dieciséis de diciembre de mil novecientos noventa y nueve, en el otrora Estado Vargas de Venezuela, la combinación de un sistema montañoso de fuertes pendientes con lluvias intensas dio como resultado un promedio de 900 milímetros de precipitación, saturó los suelos de agua dando así una mayor dinamización de los procesos geomorfológicos y edafológicos, depositando en los abanicos aluviales del orden de 20 millones de metros cúbicos. La deposición de sedimentos desplazó la línea de costa, en algunos casos, a más de 200 metros. Toneladas de material orgánico e inorgánico cayeron como un alud, aluvión o deslave amorfo sobre el Litoral, en el límite norte del sistema montañoso El Ávila con el mar Caribe, destruyendo todo lo que se podía mover, amar, consolar. TERRA IMMĀNIS, es el título de una obra que no busca ninguna unidad, sino mostrar cómo la tierra venezolana se mezcla con este particular adjetivo latino que nos puede indicar algo vasto, enorme, inmenso, pero a la vez salvaje, cruel, despiadado y especialmente monstruoso. Esta obra trata de mostrar tomografías sobre la idiosincrasia de los habitantes de esta "terra immānis" a través de una mirada caleidoscópica a personajes que se desvelan entre sus propios signos, dolores, pensamientos, recuerdos, esperanzas, schadenfreude y a veces, dentro de sus particulares alienaciones, o aquella forma de estar en un lugar sin aprender nada, solo repitiendo lo aprendido, lo ordenado, lo aceptado.
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