"Qué delirio. Me parece que estoy un poco loco. Pero como diría don Zorba, el griego, a los uruguayos nos falta un poquito de locura. Así que no me arrepiento. Porque muy racionalmente me consta que estas cosas no dependen del dinero, el dinero que no hay, ni lloverán del cielo, ni brotarán de las manos de Tabaré. Estas cosas nacerán de la gente, y sobre todo de la gente joven, si a la gente se le despiertan las ganas de hacerlas. Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable" (Galeano, 1997. p. 84). Solo puedo agradecer al tiempo por traerme hasta aquí, a las manos que en el camino me brindaron sabiduría y apoyo, a los pies que en este camino recorrieron pisadas con las mías y a las palabras que fueron escuchadas y me permitieron abrir otras miradas.