La ética no está definida y la mayoría de la gente niega su universalidad. Sin embargo, las respuestas están disponibles desde hace miles de años. Todos los códigos de conducta significativos incorporan los seis últimos de los diez mandamientos bíblicos. La filosofía y la retórica humanas no han encontrado ni pueden encontrar por sí solas respuestas adecuadas a los dilemas éticos cotidianos. Los principios o conceptos éticos conceptuales parecen la única forma de abordar las múltiples facetas posibles de la ética. Se han hecho o sugerido muchos intentos fallidos para mejorar el comportamiento humano no ético. La razón es que una mentalidad poco ética y, en consecuencia, el comportamiento, están sujetos a las elecciones del individuo y a las vías y patrones neuronales formados por esas elecciones a lo largo del tiempo. Además, el ser humano no tiene la capacidad intrínseca de cambiar o levantarse por los cordones de los zapatos. Una vez que las personas se dan cuenta de su estado mental poco ético y de sus resultados destructivos para sí mismas y para la sociedad, pueden elegir cambiar, pero no pueden hacerlo por sí mismas. Para restaurar y curar una actitud y una mente humanas enfermas hace falta un gran Médico y sólo hay uno.
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