Aunque la física es indudablemente correcta, adolece de dos conjuntos de dificultades puramente filosóficas. Una es el amplio y conocido conjunto que rodea a la mecánica cuántica y la otra tiene que ver con la naturaleza del tiempo; ¿por qué esa "t" de las leyes no encarna ninguna de las características esenciales de nuestra percepción del tiempo, un futuro incierto separado de un pasado conocible por un presente en constante movimiento? Este libro demuestra que, en realidad, se trata de dos caras de la misma dificultad, que tratar el tiempo correctamente reduce todos los enigmas y paradojas de la cuántica al sentido común. Pero, si existe tal solución, ¿por qué no la ha encontrado una de las muchas mentes brillantes que han reflexionado sobre las dificultades durante el último siglo? La derivación implica no una sino dos ideas poco ortodoxas.
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