La novela autobiográfica de Rodrigo de Souza, un relato de la locura de uno de los autores contemporáneos que más ha influido en la literatura brasileña actual. «Ayer me tragué un chip. Me lancé a hablar sobre el sistema que me cerca. Había un electrodo en mi cabeza, no sé si también me tragué el electrodo junto con el chip. Los caballos estaban galopando. Todos menos el caballito de mar que nadaba en el acuario». Así comienza Todos los perros son azules, el relato autobiográfico del escritor brasileño Rodrigo de Souza, que pasó varios años recluido en una institución para enfermos mentales. En su locura lo acompañan su perro azul de peluche y sus amigos imaginarios Rimbaud y Baudelaire, con quienes dialoga y discute pese a ser plenamente consciente de que son una invención de su mente infatigable. En su delirio, se propone descifrar el lenguaje de todos los seres de la Tierra, creando una nueva lengua y una corriente llamadas Todog, que al final hará posible la comunicación entre todas las criaturas. Lo de menos es si alguien lo puede comprender pues, como afirma el narrador, el Todog «era una forma de amenizar nuestra culpa y nuestro dolor». Rodrigo de Souza Leão nació en Río de Janeiro en 1965, ciudad en la que murió en una clínica psiquiátrica en 2008, poco después de publicar su novela autobiográfica Todos los perros son azules. Es autor también de más de diez libros de poesía, y uno de los fundadores y editores de Zunái, una de las principales revistas brasileñas de poesía. Todos los perros son azules ha sido adaptada al teatro, y dos novelas suyas más, Me roubaram uns dias contados y O esquizoidecoração na boca están en proceso de ser llevadas al cine.
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