La toxina botulínica es la sustancia más venenosa conocida. Un solo gramo de toxina cristalina, dispersado uniformemente e inhalado, mataría a más de un millón de personas, aunque los factores técnicos dificultarían dicha diseminación. La base de la fenomenal potencia de la toxina botulínica es enzimática la toxina es una proteinasa de zinc que escinde una o más de las proteínas de fusión por las que las vesículas neuronales liberan acetilcolina en la unión neuromuscular. Se ha convertido en la primera toxina biológica autorizada para el tratamiento de enfermedades humanas. La toxina botulínica está actualmente autorizada para el tratamiento de la tortícolis cervical, el estrabismo y el blefaroespasmo asociado a la distonía.
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