Esta terrible pandemia que todavía estamos soportando ha sido como un terremoto que nos ha sacudido fuertemente. Y nos hemos hecho dos preguntas fundamentales: a) ¿Qué es el hombre? b) ¿Dónde está Dios? Esta pandemia nos ha demostrado que el hombre es ¿pura vulnerabilidad¿. Un virus imperceptible ha socavado los cimientos de nuestra salud, nuestra economía y nuestro mundo técnico tan sofisticado. Y nos hemos hecho la otra gran pregunta: ¿Dónde está Dios? Los creyentes mantenemos contra viento y marea que Dios es Padre y que sólo quiere nuestro bien y nuestra felicidad. El Misterio del Mal sólo lo podemos abordar desde el misterio del amor del Padre que envió a su propio Hijo para salvarnos. Él cargó en la Cruz con todos los sufrimientos del mundo. Dios está ahí, sufriendo con los que sufren, llorando con los que lloran, y siempre abriendo a todos la puerta de la esperanza. Él sigue diciendo a cada uno antes de morir: ¡Animo! Hoy estarás conmigo en el Paraíso. Esta terrible pandemia que todavía estamos soportando ha sido como un terremoto que nos ha sacudido fuertemente. Y nos hemos hecho dos preguntas fundamentales: a) ¿Qué es el hombre? b) ¿Dónde está Dios? Esta pandemia nos ha demostrado que el hombre es ¿pura vulnerabilidad¿. Un virus imperceptible ha socavado los cimientos de nuestra salud, nuestra economía y nuestro mundo técnico tan sofisticado. Y nos hemos hecho la otra gran pregunta: ¿Dónde está Dios? Los creyentes mantenemos contra viento y marea que Dios es Padre y que sólo quiere nuestro bien y nuestra felicidad. El Misterio del Mal sólo lo podemos abordar desde el misterio del amor del Padre que envió a su propio Hijo para salvarnos. Él cargó en la Cruz con todos los sufrimientos del mundo. Dios está ahí, sufriendo con los que sufren, llorando con los que lloran, y siempre abriendo a todos la puerta de la esperanza. Él sigue diciendo a cada uno antes de morir: ¡Animo! Hoy estarás conmigo en el Paraíso.