El Tratado de Moed Katán, trata sobre los interdictos interpuestos por una autoridad hacia otras personas, es decir, por las palabras de juicio que se pronuncian hacia quienes han cometido una falta; las consecuencias de un interdicto y la dificultad para deshacerlo.En términos espirituales, se enfoca en el respeto que le debemos a nuestros profesores y facultados, un valor que se perdió casi completamente en las primeras décadas del siglo XXI.El interdicto, que ocurre por la molestia de una autoridad superior hacia un laico, hacia un discípulo o hacia otra autoridad de menor rango, debe entenderse dentro de un contexto espiritual donde honrar a los mayores debe de ser una prioridad en nuestras vidas.El Tratado de Jaguigá, muestra un aspecto muy interesante del rabino Aher, un individuo que de manera indirecta se muestra como seguidor del Mashíaj Yeshúa, aunque con una doctrina contaminada por otras disciplinas de la época.A pesar de los defectos y pecados que se le pudieran adjudicar, las enseñanzas de Aher son defendidas por sus seguidores, lo que nos enseña que el conocimiento tiene un valor per se, y que debe situarse por encima de la persona que instruye. El Talmud muestra las opiniones de los diferentes rabinos: Los que son llevados por la piedad para que Aher regrese a la sana doctrina; Los que entienden que la revelación del Uno Santo es superior al testimonio de su portador; Los que rechazan las enseñanzas porque la contaminación espiritual alcanza también a sus seguidores.
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