El éxito o el fracaso de un implante radica en su capacidad de osteointegración con el hueso circundante. La tasa de osteointegración de los implantes dentales está relacionada con su composición y la rugosidad de su superficie. Los implantes de superficie rugosa favorecen tanto el anclaje óseo como la estabilidad biomecánica, y la aplicación de recubrimientos osteoconductores favorece la cicatrización y la aposición ósea, lo que conduce a una rápida fijación biológica.La investigación en biomateriales y biomecánica ha impulsado gran parte de la importante revolución asociada al implante osteointegrado moderno. Se han hecho muchos avances en la comprensión de los acontecimientos en la interfaz hueso-implante y en el desarrollo de métodos para controlar estos acontecimientos. La investigación se dirige ahora a garantizar un contacto estable entre el hueso y el implante. Una de las principales consideraciones a la hora de diseñar los implantes ha sido producir superficies que promuevan respuestas deseables en las células y los tejidos. Para lograr estos requisitos, la superficie del implante de titanio debe modificarse de varias maneras. Actualmente, la topografía de las superficies de los implantes puede manipularse en una amplia gama de escalas de longitud, hasta el nivel nano.
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