Utilizando un enfoque etnográfico longitudinal y crítico, este libro exploró cómo se gestionó un proceso de cambio durante un período de cinco años en un gran hospital australiano. Su objetivo era explicar cómo la dinámica de poder que opera en el sistema de salud genera activamente la inercia sistémica haciendo que el cambio organizativo sea difícil y complejo. El libro cuestiona la eficacia del auge de la nueva agenda de gestión pública y de la gestión clínica como práctica valorada entre los clínicos. Las contribuciones más importantes de este libro son los hallazgos que revelan cómo la nueva gestión pública se infiltró en los ámbitos políticos, profesionales y burocráticos del poder, fortaleciendo las estructuras de poder preexistentes que sustentan un discurso dominante, que se reproduce a través de la inercia sistémica. Las conclusiones sugieren que es necesario invertir el actual enfoque descendente de la planificación si se quiere establecer un sistema de salud australiano más integrado. Para escuchar y actuar sobre las voces apagadas de los pacientes y la comunidad en general es necesario desenmascarar y desbaratar el poder de los grupos dominantes, como los médicos y los administradores clínicos.
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