El sistema visual, con millones de años de evolución, realiza una reconstrucción mental del mundo de forma tan efectiva que admitimos que el mundo está presente en nuestro exterior, y solamente como raciocinio intelectual podemos admitir que se trata de una virtualidad. La percepción consigue un verismo sobre la base de la identificación y delimitación de los cuerpos. En este mundo virtual, la arquitectura, y en particular la clásica, se reviste de una pureza perceptiva que deviene como un canon de la percepción. La objetividad estética perseguida desde el mundo antiguo, el intento de la esética empírica, la psicología de la percepción, los análisis de psicofísica y más recientemente la teoría de la información, o los intentos de visión por ordenador nos remiten a la profunda complejidad que se esconde en la aparente facilidad de la visión biológica. La percepción arquitectónica, en la cual se pueden objetivar diversos parámetros tales como: peso, fuerzas visuales, equilibrio compositivo, sentido de gravedad, etc. puede considerar estas experiencias como derivadas de un modelo formal de la percepción, del cual trata la presente obra.