Un mundo al revés: de alguna forma, es como está este mundo desde siempre. Mis amigos se sonríen cuando les digo que la crisis, la famosa crisis, comenzó por lo menos con Adán y Eva. Por debajo de la broma, existe la constatación de que el desajuste de este mundo no es coyuntural o social, sino (dicho poniéndonos serios) ontológico (...) El Cristianismo es una religión mundana. Incluso los anacoretas, los monjes y los místicos tienen un sentido de la realidad que se palpa y se vive. El Cristianismo nunca cae en la tentación gnóstica de creer que todo es apariencia y que la verdad está más allá, en la negación de este mundo engañoso. El Cristianismo se cuece en los humildes pucheros de Santa Teresa. Somos mundanos. Amamos el mundo. Sólo que -y en este pequeño detalle se nos va la vida- tenemos que enderezar su torcida compostura.