Esta crisis ha quebrado todos los espejos. El ser humano ya no tiene dónde mirarse. Nada seguro para comparar sus acciones, su conducta, su vida. Se han quebrado los mitos, los credos y los valores. Se ha destruido el bien, lo bello y lo justo. No existe una base para la acción y la misma acción ha perdido su sentido. La crisis de los espejos comenzó con la revolución industrial, se acentuó con las dos guerras mundiales, se tornó una náusea con la falta de sentido posterior a la segunda guerra mundial y el individualismo posmodernista está destruyendo el planeta y la vida de todos. Se necesita una ética en armonía con la vida. El autor de este libro la llama tereísmo.