La baja credibilidad que han generado los legisladores como consecuencia de su cuestionable trabajo legislativo, se debe entre otras cosas a la baja convergencia que se da entre los diputados y los ciudadanos, acciones como la omisión, la falta de ética en su comportamiento y fundamentalmente al bajo compromiso que mantienen con sus votantes, anteponiendo intereses personales y de partido por encima de los intereses del bien de la ciudadanía. Legislaturas de otros países del mundo han establecido normas de conducta que monitoreen la ética de los legisladores, sin embargo, en México en ninguno de los Congresos Locales ni el Congreso Federal cuenta con una norma que ayude a aminorar la falta de ética con la que se conducen algunos legisladores y con ello buscar aumentar la credibilidad en los diputados. Un código de ética sería un instrumento de regulación de la conducta legislativa que traiga como resultado la legitimidad al trabajo legislativo y por ende una cercanía de ciudadanos a sus representantes.